En el mes que celebra a quien nos dio la vida, elegimos honrarla de una forma diferente, profunda y espiritual: a través del arte de la kokedama. No es solo una planta envuelta en hilo... es un símbolo de amor, cuidado y conexión. Como nuestras madres, la kokedama resiste, florece en silencio y se aferra con fuerza a la vida, aún en los entornos más desafiantes. Cada hebra de hilo que la envuelve recuerda las manos de mamá protegiéndonos. Cada raíz que se entrelaza dentro de la esfera simboliza la unión inquebrantable de quienes crían con amor, paciencia y fe. Es un pequeño universo de esperanza, perseverancia y belleza silenciosa.
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Hoy más que nunca, regalar una kokedama es más que un gesto: es decirle a mamá que reconocemos su fuerza, su entrega y su capacidad de nutrir vida aún cuando nadie la ve. Porque como la planta, ella sostiene el mundo… desde sus raíces.